El cardenal Cristóbal López Romero, arzobispo de Rabat, enfrenta con curiosidad e inquietud su primer cónclave papal, que dará inicio el 7 de mayo para elegir al sucesor del papa Francisco.
A sus 72 años, López es uno de los 133 cardenales de todo el mundo convocados para votar al próximo líder de la Iglesia católica. En una entrevista con la AFP, confesó: «No he decidido nada» sobre su voto.
López se muestra receptivo a la idea de un papa que no necesariamente siga el estilo de Francisco. «No tiene por qué ser un Francisco bis, un imitador de Francisco», afirmó. «Deseo que sea un buen imitador de Cristo, un buen cristiano, una buena persona, y alguien que preste atención a los acontecimientos del mundo».
Desde 2017, López ha sido arzobispo de Rabat y fue nombrado cardenal por el papa Francisco en 2019, durante la visita papal a Marruecos. Su perspectiva sobre su papel ha evolucionado: «Confieso apenas una vez cada seis meses», admitió, destacando la escasez de cristianos en Marruecos, donde representan menos del 1 % de la población. «Esto me ha permitido entender que no estaba allí para servir a la Iglesia, sino más bien, como Iglesia, para servir al mundo —en este caso, al mundo musulmán».
Tras el fallecimiento del papa Francisco, López participa en las «congregaciones generales» diarias con otros cardenales para discutir el futuro de la Iglesia. Reside en la modesta Casa Santa Marta en el Vaticano, donde los cardenales deben mantener una estricta confidencialidad.
Aunque siente «cierta aprensión» ante esta responsabilidad, López está ansioso por regresar a Marruecos y declaró: «Ya son muchos días fuera de Marruecos, y tengo ganas de volver».
Respecto a la posibilidad de un papa de una región no tradicional para la Iglesia católica, López sugirió considerar candidatos de países como Myanmar, Timor Oriental o África, mientras se excluía a sí mismo en tono de broma: «Es como si dijera que (Lionel) Messi va a retirarse y yo voy a reemplazarlo».