–¿De qué habla ese juego de cartas que da nombre a la muestra?
–Son los naipes de la baraja española, que se usan para jugar a la ronda, también en Marruecos. Los soldados marroquís que el ejército de Franco enroló se sirvieron de ellas para matar largas horas de vigilancia en los campamentos de Ibiza, después de la guerra civil. El juego era un elemento de relación con los soldados españoles.
–¿Y qué relación tiene usted con los naipes?
–Yo nací en Marruecos, pero a los tres años mis padres me llevaron a vivir a París, donde mi padre tenía un buen trabajo. A los 10 años, fuimos de visita al pequeño pueblo próximo a Casablanca donde nací. Yo ni leía ni hablaba árabe, pero sí pude reconocer los símbolos de las cartas y, por eso podía jugar con mis primos. Es el concepto del lenguaje internacional lo que me interesa.
–¿Por eso liberó los mástiles de la muestra de sus banderas?
–Es una manera de meditar sobre la relatividad de los símbolos nacionales y de la identidad, una llamada a la multiculturalidad. Muchos países relacionándose sin barreras.
–Su tercera huella en la Capella es el sucedáneo de azafrán sobre las ventanas del ábside. ¿Por qué ha usado un elemento culinario?
No parto de la idea, sino del material directamente, y la tartrazina, que es un colorante artificial que sustituye al azafrán, la identifico con Marruecos. La usa, sobre todo, gente pobre, familias de inmigrantes. Es un referente social y un elemento de la cultura marroquí que liga con la pobreza de los materiales de la muestra.
–Dejó Marruecos a los tres años, pero sigue viajando con éll. Sí. Eso me permite sentirme siempre extranjera y mirarlo todo desde la distancia. De esa distancia le viene la libertad al artista.
–¿Libertad para lograr qué?
–Para ofrecer la oportunidad o la libertad para que la gente reflexione y se cuestione cosas. Ese es, en el fondo, el gran objetivo.
'LA RONDA'.
Capella del Macba.
Calle de los Àngels, 7.
Hasta el 6 de febrero del 2011. www.macba.cat