En el episodio anterior, Bachir Dkhil dialogó con Yabiladi sobre las primeras reacciones de los partidos políticos marroquíes frente al desarrollo del Frente Polisario a inicios de los años 70. En esta ocasión, nos señala que 1975 fue un año crucial para el movimiento, que comenzó como un frente de resistencia contra la ocupación y luego adoptó demandas separatistas.
De regreso en Marruecos a principios de los años 90, Dkhil rememora que la Marcha Verde, el 6 de noviembre de 1975, tuvo un profundo impacto en el ambiente político de Tinduf, «a pesar de coincidir con graves errores del Estado marroquí en Laayún, Smara, Dajla, Tan Tan y Guelmim, en temas de derechos humanos y seguridad», puntualiza.
Bachir Dkhil añade que desde entonces, «Marruecos ha reconocido sus errores, lo cual es positivo. Pero la otra parte aún no asume su responsabilidad por el daño causado a los saharauis, algunos de los cuales fueron encarcelados y asesinados. Abdelaziz (el difunto líder del Polisario) reconoció durante el octavo congreso del Polisario que 54 saharauis fueron asesinados debido a errores estratégicos y son considerados mártires».
El día que se proclamó la «RASD»
En su entrevista con Yabiladi, Bachir Dkhil también se refirió a la proclamación de la «República Árabe Saharaui Democrática» (RASD) por el Frente Polisario el 27 de febrero de 1976. Para él, esta decisión fue «un grave error»:
«El Frente abogaba por un referéndum de autodeterminación, lo que significa que el Sahara Occidental podía convertirse en un Estado o permanecer como una provincia del sur de Marruecos. ¿Cómo se puede declarar la creación de un Estado sin seguir un proceso? Una vez que un Estado existe, no se puede retroceder para invocar el principio de autodeterminación. Si el Polisario aún persiste, es porque él mismo no está convencido de la existencia de su Estado.»
Así, Bachir Dkhil considera que la proclamación de la «RASD» buscaba más involucrar a África en el conflicto que otra cosa:
«Se trata de dar la impresión de legitimidad y de que el Polisario es el único representante. Pero pretender representar a un pueblo que no ha sido consultado para elegirte es recurrir a métodos dictatoriales, al estilo de Corea del Norte.»
Sobre la guerra entre el Polisario, Marruecos y Mauritania, Bachir Dkhil confía que «el objetivo era eliminar a la joven élite política de ambos países. Pero, matemáticamente y lógicamente, el Polisario nunca podría vencer a Marruecos en el plano militar».
Desde entonces, «las cosas han cambiado»
Según el exmiembro fundador del Polisario, la situación en el Sahara ha evolucionado desde entonces:
«Marruecos ha progresado en el ámbito estatal e institucional desde los años 70. El derecho de reunión está garantizado por la ley. Todavía estamos construyendo un Estado democrático, pero a pesar de ciertos aspectos a debatir, la nueva Constitución de 2011 ha permitido avances significativos, especialmente en la acción de la sociedad civil a través de doce puntos clave. Hoy en día, solo en las provincias del sur, hay 13,000 asociaciones y es importante destacarlo.»
Ante la pregunta sobre una solución pacífica al conflicto, Bachir Dkhil indica que «todas las decisiones basadas en la resolución de la ONU 15-14 deben ser revisadas. Esta resolución prevé tres opciones posibles: que la población del Sahara se constituya en un Estado, obtenga un estatus de autonomía o se fusione con uno de los países vecinos»:
«En la zona disputada del Sahara, España contabilizó cerca de 74,000 habitantes. Pero cuando Hassan II declaró en 1980 estar dispuesto a permitir que esta población disfrutara del principio de autodeterminación, Argelia y el Polisario alegaron que el pueblo saharaui estaba constituido por 750,000 habitantes, lo que llevó a Marruecos a exigir su identificación.»
Según Bachir Dkhil, «el Polisario comenzó a difundir propaganda afirmando que Marruecos rechazaba la opción de autodeterminación. Al mismo tiempo, para Erik Jensen (representante especial del secretario general de la ONU en el Sahara Occidental de 1993 a 1998, ndlr), la celebración de un referéndum no podía ser la solución más justa».
Así, nuestro interlocutor estima que «el problema debe resolverse mediante negociación entre las partes interesadas. Existe una verdadera voluntad de poner fin al conflicto, pero eso no puede hacerse sin que Francia, históricamente un actor clave en la situación, tome medidas en este sentido».
¿Qué futuro para el Polisario y para la población de Tinduf?
Bachir Dkhil se proyecta hacia el futuro de la situación, especialmente en lo que respecta al Polisario:
«En unos años, se producirá un cambio dentro de las instancias políticas y de decisión del Frente. Es la ley de la naturaleza. Las personas clave serán reemplazadas por una generación mejor formada y más pragmática. Hoy en día, los jóvenes ya no creen en promesas vacías. Quieren vivir en paz.»
Por otro lado, Bachir Dkhil ha indicado que Estados Unidos no puede permitir que surja otro conflicto en la región, que se sumaría a la lucha antiterrorista y a la guerra contra los grupos armados que operan en el Sahara y el Sahel.
En este contexto, ¿la población de Tinduf sería entonces refugiada o detenida? Nuestro interlocutor lo explica:
«El Polisario la considera refugiada, sin otorgarle un estatus oficial. En cuanto a Marruecos, la considera detenida ya que efectivamente no puede salir de los campamentos sin permiso. A pesar de cierta apertura, la problemática de la movilidad sigue siendo un desafío.»
Por lo tanto, nuestro interlocutor insiste en la necesidad de diferenciar a los miembros del Frente de la población civil de los campamentos de Tinduf: «El Polisario es un grupo de personas bien definido, a diferencia de los habitantes de los campamentos. Estos últimos constituyen familias enteras, alejadas de cualquier cálculo político.»
Subrayando estar bien informado sobre las condiciones de vida de una población considerada como «rehén de objetivos políticos divergentes», Bachir Dkhil concluye recordando que los habitantes de los campamentos de Tinduf «viven en una situación precaria e inhumana». Indica que incluso si algunos de ellos desean fervientemente cruzar la frontera para regresar a Marruecos, «cada vez obtienen menos permisos de salida o visas. Es extremadamente injusto».