MADRID La frontera de Melilla vuelve a estar en el centro de una nueva disputa entre los Gobiernos de España y Marruecos. Ayer, Rabat convocó al embajador español, Luis Planas, para protestar por una supuesta agresión de la Policía a un ciudadano marroquí, y el Ministerio de Asuntos Exteriores, que dirige Miguel Ángel Moratinos, respondió rechazando la versión marroquí distribuida por la agencia oficial MAP.
En realidad, la MAP no hizo más que difundir un comunicado del Ministerio marroquí de Exteriores, en el que se expresa una «fuerte indignación» por el recurso de los policías españoles «una vez más», a lo que consideran«inaceptable violencia física contra ciudadanos marroquíes en el punto de acceso a la ciudad ocupada de Melilla». El hecho que habría motivado la convocatoria del embajador Planas ante el ministro de Exteriores, Taieb Fassi Fihri, habría sido la supuesta agresión a Mostapha Bellahcen, estudiante de treinta años, a quien los agentes habrían reprochado tratar de introducir en España, por la frontera de Farhana, una bolsa de plástico con un kilo y medio de sardinas frescas, que no cumpliría las condiciones de higiene requeridas.
El comunicado indica que el joven fue golpeado y tuvo que ser ingresado en el hospital de Melilla para ser atendido de sus heridas. Marruecos considera que tal actuación es contraria a la dignidad humana y tiene «fundamentos incontestablemente racistas».
Rechazo español
Anoche, la Dirección General de Comunicación Exterior del Ministerio español de Exteriores hizo público un comunicado en el que rechaza esa versión, subrayando que «lo ocurrido no concuerda con el relato de los hechos contenido en el comunicado». No obstante, no se facilita ninguna otra versión, y se indica que «la Delegación del Gobierno de Melilla se ocupa del esclarecimiento de los hechos e informará de los mismos en cuanto disponga de información completa y fehaciente».
Además, se recuerda que cada año atraviesan las fronteras entre los dos países más de dos millones de personas y se advierte, en un afirmación que denota el malestar causado por la reacción de las autoridades marroquíes, de que «singularizar episodios desde una perspectiva unilateral no se corresponde con el espíritu de cooperación reinante entre España y Marruecos y no contribuye a la mejora constante en los procedimientos que a todos beneficia».
Rabat ya había expresado públicamente su protesta el pasado 16 de julio por lo que considera también «un acto de violencia física» contra cinco jóvenes marroquíes residentes en Bélgica, cuando cruzaban el paso fronterizo de Beni-Enzar.
Según los jóvenes, una agente les obligó a quitar una bandera de Marruecos que llevaban en el asiento de atrás de su coche, mientras que para la Delegación del Gobierno en Melilla, se trató de una respuesta policial «proporcionada» ante una provocación de los jóvenes, que no quisieron enseñar su documentación cuando así se les pidió.
Además, según el comunicado difundido por Marruecos, otro de sus ciudadanos, de nombre Karim Lagdaf, que iba acompañado de su madre, sufrió similares actos, el pasado 29 de julio, en el mismo punto de paso en Melilla.