El palacio de la Bahía es uno de los tesoros arquitectónicos más impresionantes de Marruecos. Construido en el siglo XIX, este majestuoso complejo se extiende a lo largo de varias hectáreas, abarcando 8,000 m² y 160 habitaciones. Es una joya de la arquitectura marroquí y del arte islámico, y continúa siendo un destino muy apreciado por los turistas que visitan la ciudad ocre.
Ubicado en el corazón de la medina de Marrakech, cerca de la emblemática plaza Jemaa El-Fna y los jardines de la Menara, el palacio de la Bahía es un testimonio de la elegancia y el lujo del pasado. A pesar del paso del tiempo, el lugar no ha perdido su encanto, maravillando a cada visitante que recorre sus salones.
Los jardines que rodean el palacio llenan el aire de fragancias diversas, con cipreses, naranjos, jazmines, bananeros y palmeras, entre otras especies vegetales.
La vasta extensión del palacio puede hacer que los turistas se pierdan fácilmente en sus numerosos laberintos.
Las decoraciones coloridas son una invitación al viaje. / Ph. Palais Bahia
Un palacio dedicado a su «favorita»
Fue Si Moussa, gran visir del sultán Hassan I, quien decidió emprender la construcción de este imponente palacio en 1859. Los trabajos comenzaron en la parte norte, diseñada como un gran riad bajo la dirección del arquitecto marroquí Mohammed Al-Makki. La segunda fase de la construcción fue liderada por su hijo, Ahmed Ben Moussa, que en ese entonces era regente, según el sitio español Sobre Marruecos.
Se dice que el visir amplió la parte sur del palacio para residir allí con sus cuatro esposas y 24 concubinas. Ahmed Ben Moussa decidió nombrar el lugar «Al Bahía» en honor a su «favorita».
El gran patio puede acoger conciertos en la ciudad ocre. / Ph. DR
Según El Mundo City, el visir «sufría de problemas de obesidad», por lo que las 160 habitaciones se construyeron en un solo piso. Los mejores artesanos del país se encargaron de dotar al palacio de un entorno lujoso y una impronta árabe-hispano-morisca.
Tras la muerte de Ahmed Ben Moussa, el sultán Abdelaziz ascendió al trono y decidió despojar al palacio de todos sus bienes. Este monarca condujo al reino a la pérdida de su independencia. Durante el protectorado, el general Lyautey, residente general de Francia en Marruecos, transformó el palacio de la Bahía en su residencia, dotándolo de todas las comodidades modernas, como electricidad, calefacción y chimeneas. A partir de 1912, el palacio se convirtió en residencia de oficiales militares franceses.