Un estudio reciente ha revelado la persistencia del matrimonio infantil en las zonas rurales de Marruecos, a pesar de los esfuerzos legales y sociales del Estado por erradicar esta práctica. Bajo el título «Matrimonio infantil en las comunidades rurales marroquíes: voluntad de la sociedad y restricciones legales», la investigación destaca un fenómeno sorprendente: el impacto creciente de las redes sociales en la percepción del matrimonio tradicional, especialmente en lo que respecta al matrimonio infantil.
En la región de Rahamna, donde se llevó a cabo el estudio de campo y que fue publicado en el «Journal of African and Nile Basin Studies» por el Centro Democrático Árabe, se descubrió que un número significativo de jóvenes menores de edad han comenzado a utilizar las redes sociales para conocer a sus futuros esposos. El estudio señala que el 16,7 % de las chicas encuestadas se casaron tras haber conocido a sus maridos a través de estas plataformas, lo que refleja un cambio en la concepción del matrimonio en la sociedad rural. Las relaciones sociales ya no dependen exclusivamente de la mediación familiar o vecinal.
Los resultados de esta investigación muestran que muchas mujeres rurales ahora disfrutan de la libertad de elegir a sus parejas, marcando así una nueva realidad social. La imposición del matrimonio para las jóvenes ya no es una norma; todos los padres de las menores encuestadas afirmaron que sus hijas decidieron casarse y eligieron a sus maridos por su propia voluntad.
«Esto indica que muchos elementos del patrimonio cultural relacionados con el matrimonio, como la modestia, la timidez, la vergüenza y la expresión abierta del deseo de casarse frente a padres y hermanos, han disminuido. El hecho de que el 44,5 % de los matrimonios entre menores haya ocurrido gracias al uso de las redes sociales, ya sea por casualidad o por conocimiento, es una prueba clara de un cambio en la cultura matrimonial.»
Según los supervisores del estudio, esto subraya la influencia de las redes sociales en la cultura local y respalda este cambio cultural. El mismo porcentaje de chicas informó que sus matrimonios se llevaron a cabo después de conocer a sus maridos durante al menos un año. Además, muchas otras jóvenes conocieron a sus futuros esposos mucho antes del matrimonio y esperaron hasta cumplir 17 años para oficializar su unión.
La fuerte influencia del patrimonio cultural
A pesar de esta evolución en la mentalidad de las comunidades rurales, el estudio destaca que uno de los principales obstáculos para combatir el matrimonio infantil sigue siendo la mentalidad profundamente arraigada y el patrimonio cultural. En estas sociedades, el matrimonio precoz se percibe a menudo como un medio para proteger el honor y asegurar la estabilidad social de la chica.
El estudio revela que aproximadamente el 88,8 % de las niñas menores casadas precozmente crecieron en familias que ya habían casado a sus hijas jóvenes. Esta repetición cultural muestra la persistencia de tradiciones que ven el matrimonio precoz como una solución a varios problemas sociales relacionados con las niñas, tales como la «vergüenza» o la «privación».
Entre los factores que contribuyen al matrimonio infantil se encuentra el miedo a la soltería. La investigación indica que el 72,2 % de las chicas piensan que una niña no casada a una edad temprana es considerada como una «solterona». En cambio, el 27,7 % de las personas encuestadas considera que este término no es pertinente y no justifica el matrimonio precoz. Según las percepciones de las chicas, el 44,4 % considera que ser una «solterona» comienza después de los 18 años, el 27,8 % alrededor de los 24 años, y el 22,2 % alrededor de los 30 años.
En conclusión, aunque se están realizando esfuerzos para combatir el matrimonio infantil debido a sus efectos sociales y psicológicos, este fenómeno sigue siendo prevalente, especialmente en áreas rurales. Su persistencia se atribuye a factores culturales y económicos, donde el matrimonio precoz se ve como un medio para preservar la reputación familiar y evitar la soltería. Además, la pobreza y la vulnerabilidad social contribuyen a su continuidad.